Algún día pasaré por el mismo lugar dos veces. Esperando esa oportunidad se calienta la lona negra con mi corpulento cuerpo.
Tratando de impulsar el caucho con mis blancas manos rociadas por venas que asoman tras la piel; deseo desbocado de libertad, de encontrar lo que no puedo, inmerso en luces indivisas negándose a separarse, rebelde a la naturaleza separada y distinguida de rediseños diarios: noche y día, mal y bien.
Rehusé a la derrota, mi esperanza es más grande que tener valor para escuchar las tonadas de un piano desafinado sin cubrirse de carcajadas, aliento desesperado y absurdo, esperanza para que un mago salga de su sombrero, pateado por un conejo que maneja su varita, golpeando su cuello hasta rasgar la medula de un insulso vestido de negro.
Me hace falta pasar dos veces por el mismo lugar, y en el instante ver una orgía de odres donde su paladín enfrente una guerra ante la destilación de su sangre, y muera de cirrosis con la esperanza de dar ejemplo, vaya muestra, si tuviera la oportunidad de pasar de nuevo por el mismo lugar, vería quiméricos abstemios con ínfulas de contrito, pasando su primer sorbo de licor luego de tres días de dolor simulado.
Cuando pase por el mismo lugar dos veces, será posible confirmar que no miento al quitar de mis hombros la esperanza, que un grito desesperado no va más allá que el crujir del corazón brotando energúmena ira, posando sus zarpas sobre mi cuerpo enjuto ante la fijeza de él.
David Yazo - Colombia.
Tratando de impulsar el caucho con mis blancas manos rociadas por venas que asoman tras la piel; deseo desbocado de libertad, de encontrar lo que no puedo, inmerso en luces indivisas negándose a separarse, rebelde a la naturaleza separada y distinguida de rediseños diarios: noche y día, mal y bien.
Rehusé a la derrota, mi esperanza es más grande que tener valor para escuchar las tonadas de un piano desafinado sin cubrirse de carcajadas, aliento desesperado y absurdo, esperanza para que un mago salga de su sombrero, pateado por un conejo que maneja su varita, golpeando su cuello hasta rasgar la medula de un insulso vestido de negro.
Me hace falta pasar dos veces por el mismo lugar, y en el instante ver una orgía de odres donde su paladín enfrente una guerra ante la destilación de su sangre, y muera de cirrosis con la esperanza de dar ejemplo, vaya muestra, si tuviera la oportunidad de pasar de nuevo por el mismo lugar, vería quiméricos abstemios con ínfulas de contrito, pasando su primer sorbo de licor luego de tres días de dolor simulado.
Cuando pase por el mismo lugar dos veces, será posible confirmar que no miento al quitar de mis hombros la esperanza, que un grito desesperado no va más allá que el crujir del corazón brotando energúmena ira, posando sus zarpas sobre mi cuerpo enjuto ante la fijeza de él.
David Yazo - Colombia.
4 comentarios:
Breve y muy, muy bello.
David, qué soltura de palabras. Intuyo que, al igual que yo, eres muy joven, pero escribes con una madurez impresionante. Pienso que, por lo leido en "Avidez", de ti se pueden esperar grandes logros narrativos.
Sensacional, tío. Ya me tienes entre tus admiradoras.
Carla
Intuyo que eres una persona muy joven. Y para ser muy joven posees una madurez de observación digna de reconocimiento.
Creo que estructurar frases para construir un texto revelador, es lo tuyo. "Avidez" lo certifica.
David, enhorabuena.
Odi
"Cuando pase por el mismo lugar dos veces", esa imagen define la capacidad de lucha del personaje. Y allí está el reloj del tiempo esperando ese momento para dar fe.
David, se te notan buenas maneras, e intuyo que con el tiempo la narrativa te dará muchas satisfacciones. Que en la "Avidez" no terminen las ambiciones.
Un afectuoso saludo.
Tito Grandi
(Te agradezco tus palabras sobre mi texto "El perro que venció al olvido". Fue muy generoso de tu parte)
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