.
He arribado a la cima de mi torva existencia
y comienza el declive.
Ya no apuran mis pasos ni rosados anhelos
ni mentidas decencias.
.
Mi bondad la mataron los que ayer la tuvieron
y el amor puro y blanco que creía del cielo
me ha dejado en la boca su más fétido aliento.
.
Una noche de meses me ha encerrado en sus sombras
y las sombras se agrandan y me acosan y crecen
dibujando con manos descarnadas y negras
en mis ojos sangrientos un paisaje de muerte.
Pero nada es eterno y mis pasos inertes
van camino del día.
Cuando nada esperaba y ya en nada creía
ha llenado mis manos temblorosas y frías
el valor nada humano y la fuerza imponente
de mi única amiga...
.
La he tomado gozoso como un niño a un juguete
es morena y pequeña y no obstante muy fuerte
ha salvado mi vida en cien luchas a muerte
con las pocas palabras de su boca estridente.
.
Sus palabras de fuego son verdades que hieren.
La he tirado en el lecho y la miro que duerme
y mis negros deseos se detienen cobardes
porque la sé obediente...
.
¿Me atreveré a ordenarle que me grite al oído
una sola palabra de las nueve que tiene?
¿Me atreveré a pedirle presionando el gatillo
la trágica elocuencia de su boca sin dientes?
He arribado a la cima de mi torva existencia
y comienza el declive.
Ya no apuran mis pasos ni rosados anhelos
ni mentidas decencias.
.
Mi bondad la mataron los que ayer la tuvieron
y el amor puro y blanco que creía del cielo
me ha dejado en la boca su más fétido aliento.
.
Una noche de meses me ha encerrado en sus sombras
y las sombras se agrandan y me acosan y crecen
dibujando con manos descarnadas y negras
en mis ojos sangrientos un paisaje de muerte.
Pero nada es eterno y mis pasos inertes
van camino del día.
Cuando nada esperaba y ya en nada creía
ha llenado mis manos temblorosas y frías
el valor nada humano y la fuerza imponente
de mi única amiga...
.
La he tomado gozoso como un niño a un juguete
es morena y pequeña y no obstante muy fuerte
ha salvado mi vida en cien luchas a muerte
con las pocas palabras de su boca estridente.
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Sus palabras de fuego son verdades que hieren.
La he tirado en el lecho y la miro que duerme
y mis negros deseos se detienen cobardes
porque la sé obediente...
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¿Me atreveré a ordenarle que me grite al oído
una sola palabra de las nueve que tiene?
¿Me atreveré a pedirle presionando el gatillo
la trágica elocuencia de su boca sin dientes?
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Julio Sosa
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