miércoles, 9 de marzo de 2011

A mis poemas

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A la Luna.
A la luz de esa aurora primaveral, tu pecho
A la sombra te sientas de las desnudas rocas
A las rubias envidias
A sus plantas se agitan los hombres
A través del follaje perenne
Adivínase el dulce y perfumado
Al caer despeñado en la hondura
Al oír las canciones
Allá en tiempos que fueron, y el alma
Alma que vas huyendo de ti misma
Ansia que ardiente crece
Aturde la confusa gritería
Aún otra amarga gota en el mar sin orillas
Aún parece que asoman, tras del Miranda altivo
Aunque mi cuerpo se hiela
Aunque no alcancen gloria
¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!...
Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas
Brillaban en la altura cual moribundas chispas
Busca y anhela el sosiego
Cada vez que recuerda tanto oprobio
Camino blanco, viejo camino
Candente está la atmósfera
Cenicientas las aguas, los desnudos
Cerrado capullo de pálidas tintas
Con ese orgullo de la honrada y triste
¡Con qué pura y serena transparencia
Creyó que era eterno tu reino en el alma
¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iria Flavia!
Cuando en las nubes hay tormenta
Cuando recuerdo del ancho bosque
Cuando sopla el Norte duro
Cuido una planta bella
De este mundo en la comedia
De la noche en el vago silencio
De la torpe ignorancia que confunde
De la vida entre el múltiple conjunto de los seres
De repente los ecos divinos
Del antiguo camino a lo largo
Del mar azul las transparentes olas
Del rumor cadencioso de la onda
Desbórdanse los ríos si engrosan su corriente
Desde los cuatro puntos cardinales
—Detente un punto, pensamiento inquieto
Dicen que no hablan las plantas,
ni las fuentes, ni los pájaros,
Dos palomas
Dos palomas yo vi que se encontraron
En el alma llevaba un pensamiento
En incesante encarnizada lucha
En la altura los cuervos graznaban
En las riberas vagando
En los ecos del órgano
o en el rumor del viento
En mi pequeño huerto
En su cárcel de espinos y rosas
En sus ojos rasgados y azules
Era apacible el día
Era en abril, y de la nieve al peso
Era la última noche
Fue cielo de su espíritu,
fue sueño de sus sueños
Glorias hay que deslumbran,
cual deslumbra
HORA TRAS HORA, DÍA TRAS DÍA
¡Jamás lo olvidaré...! De asombro llena
Justicia de los hombres, yo te busco
La canción que oyó en sueños el viejo
La palabra y la idea... Hay un abismo
Las campanas
Las canciones que oyó la niña
«Los muertos van de prisa»
Los que a través de sus lágrimas
Los robles
Los tristes
Los unos altísimos
Margarita
Mientras el hielo las cubre
Moría el sol, y las marchitas hojas
Muda la luna y como siempre pálida
Nada me importa, blanca o negra mariposa
¡No! No ha nacido para amar, sin duda
No subas tan alto, pensamiento loco
Nos dicen que se adoran la aurora y el crepúsculo
¡Oh, gloria!, deidad vana cual todas las deidades
¡Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella!
Oigo el toque sonoro que entonces
ORILLAS DEL SAR
ORILLAS DEL SAR II
ORILLAS DEL SAR III
ORILLAS DEL SAR IV
ORILLAS DEL SAR V
ORILLAS DEL SAR VI
ORILLAS DEL SAR VII
Otra vez, tras la lucha que rinde
Pensaban que estaba ocioso
Prodigando sonrisas
Quisiera, hermosa mía
Recuerda el trinar del ave
Santa Escolástica
Sed de amores tenía, y dejaste
Sedientas las arenas, en la playa
Si al festín de los dioses llegas tarde
Si medito en tu eterna grandeza
Siente unas lástimas
¡Silencio, los lebreles
Sintiéndose acabar con el estío
Son los corazones de algunas criaturas
Su ciega y loca fantasía corrió
arrastrada por el vértigo
—Te amo... ¿por qué me odias?
Todas las campanas con eco pausado
Tras de inútil fatiga, que mis fuerzas agota
Tras de los limpios cristales
Triste loco de atar el que ama menos
Un desengaño
Un manso río, una vereda estrecha
Un recuerdo
Una cuerda tirante guarda mi seno
Una luciérnaga entre el musgo brilla
Una sombra tristísima, indefinible y vaga
Una tarde de abril, en que la tenue
Unos con la calumnia le mancharon
Viéndome perseguido por la alondra
¡Volved!
Vosotros que del cielo que forjasteis
Ya duermen en su tumba las pasiones
Ya no mana la fuente,
se agotó el manantial
Ya que de la esperanza, para la vida mía
Ya siente que te extingues en su seno
«Yo en mi lecho de abrojos
Yo las amo, yo las oigo.
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Rosalía de Castro



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Cada verso de este poema es el título de otros poemas


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VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.