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Hacia mediados del siglo XVII, la sociedad de Gabón llegó a un refinamiento extremo. Tan refinados eran que nadie se avenía a estudiar medicina ni a trabajar de enfermero. Se decidiò entonces a eneseñar estos oficios a los mandriles, que ya se ocupaban de casi todas las tareas domésticas como cocinar, lavar la ropa, plancharla y hacer la limpieza de la casa.
Por un defecto extraño entre los hombres -incapacidad de fijar prologadamente sobre un punto la atención- los madriles cometieron errores verdaderamente lamentables. Hubo pues que admitir el fracaso del experimento. Cuando los mandriles fueron desplazados, en la atención médica, por los hombres, sintieron despecho. Desde entonces se volcó la especie a una agresividad que nunca se atemperó.
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Adolfo Bioy Casares
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