miércoles, 9 de marzo de 2011

El juego del fin del mundo

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Esta es la historia de tres niños; William, Paul y Lucas, hijos de los más altos funcionarios de un país dividido por una ley llamada APARTHEID. La vida de estos niños era aburrida y llena de reglas, no podían ir más halla del territorio de donde vivían, pero la curiosidad de un niño siempre va a romper las reglas impuestas, así que un día, con un balón en sus manos, entraron a la zona prohibida sin temor al castigo de sus padres.




Caminando en áreas casi completamente libres, los niños comenzaron a jugar con el balón, puesto que siempre tuvieron la ilusión de jugar en un espacio tan libre como este. Ya jugando, Paul pateó el balón muy lejos, tanto así que salió de sus vistas. Los niños fueron en busca del balón hasta llegar a una zona donde yacían varias casas humildes, entraron en la mas cercana y observaron que en esta no habían muebles lujosos ó cuadros de arte, sin embargo, ahí estaba su balón. De repente de tras de ellos, se escuchó un portazo; William quien era el mayor de ellos recogió una piedra para defenderse, cuando en eso un niño obeso de color y en pijama salió corriendo para tomar el balón. William se interpuso en su trayecto y lo amenazó con arrogarle la piedra si llegaba a tocar el balón. Entre más se asustaba aquel niño, William trataba de humillarlo de la forma en que veía a su padre hacerlo con los sirvientes de su casa. Entonces alguien lanzó un viejo reloj de pared a William con la intención de golpearlo, en seguida de un grito que provenía de la entrada de la casa, ahí se encontraban dos niños también de raza negra. Uno de ellos era alto y traía puesto unos pantalones muy sucios sujetados de tirantes, el otro niño tenía un abrigo y una herida que cruzaba todo su rostro.




Estos niños empezaron arrojar piedras, gritando enfurecidos en un idioma que William, Paul y Lucas no entendían.
El niño regordete aprovechó el instante para escapar con el balón, pero al ver esto, William ordenó a sus amigos que lo atraparan; nerviosos, puesto que nunca habían peleado con alguien, Paul y Lucas obedecieron pues para ellos William era su líder. El niño obeso en pijama tropezó en la persecución y el balón salió de sus manos cayendo en posición de nadie. El niño de la herida en el rostro corrió por el balón al mismo tiempo que William también lo hizo. Llegó antes el niño de la herida, y rebotando el balón contra la pared, salió corriendo del lugar junto con su compañero. William, Paul y Lucas fueron tras ellos, mientras que el pequeño obeso, a quien todos habían dejado atrás por ser el menos importante, los persiguió riendo al pensar que se trataba solo de un juego.




Corrieron por largos campos y sencillas calles, el balón pasaba de un bando al otro; era una pelea reñida, se propinaban empujones, golpes, patadas y burlas. La persecución llegó a una zona en donde había mucha gente de color protestando frente a policías. Solo ahí fue entonces donde el niño de la herida dejó de correr con el balón.
William y Paul aprovecharon para planear como derribar a este niño. Decidieron que Lucas era el más indicado, pues los niños de color nunca se imaginarían que alguien de seis años como él, fuese de peligro. Presionaron tanto a Lucas que aceptó convertirse en alguien que no era, simplemente para tener la aceptación de sus compañeros.


William y Paul fueron por el balón con el propósito de llamar la atención de sus enemigos cuando de pronto, Lucas llegó por detrás del niño del rostro cortado y golpeo tan fuerte su tobillo que lo derribó. William y Paul celebraron eufóricos, mientras que los compañeros del niño de la gran herida se asombraron al ver como este niño quien mostraba rudeza y rebeldía podía derramar tantas lágrimas; parecía que las mantuvo guardadas por muchos años.
Lucas sintió un enorme vacío dentro de él, quería regresar el tiempo y no haber lastimado a ese niño que ni siquiera conocía su nombre. Este pequeño trató de reparar lo cometido y demostró el sentimiento más poderoso que existe en la vida; “El Perdón”, así que extendió su mano al niño del rostro cortado y le ayudó a incorporarse. William y Paul enmudecieron al ver que Lucas cedió el balón a su enemigo, quien luego de mucho esfuerzo, pasó el balón al niño obeso, este sonrío pasando el balón a William, y así sucesivamente todos comenzaron a jugar.
La tarde se mezclaba de gritos de odio de gente adulta y las risas de un grupo de niños jugando al fútbol. Más tarde, la multitud empezó a gritar y a correr de terror puesto que los policías comenzaron a disparar. Los niños ya no jugaban contra ellos, si no contra balas que volaban por doquier y bombas de gas. Cualquiera diría que estaban en el mismo infierno pero para estos niños, era su victoria, nadie les podía hacer daño, sus cuerpos viajaron a un lugar inalcanzable de todo mal pues sabían que era la hora de ir a casa y lo querían hacer viviendo. Ese 21 de Marzo de 1960, seis niños se liberaron del sentimiento que la mayoría de nosotros no despojamos; la ira.




Al día siguiente, un reportero en su afán de recolectar pruebas de la masacre, tomó una fotografía de aquel desolado lugar. Días después al ser revelada la fotografía, el reportero quedo sorprendido al observar que en el fondo del retrato se encontraban seis niños con un balón.
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Los Hermanos Torres
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VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.