.
Acaso el ocre de un crepúsculo
contribuyo en gran parte a mi tristeza;
o tal vez la soledad que alumbraba mis pasos
ese día increíble de mayo,
cuando mi pensamiento
nutrido de presagios
debatiase en un clima de abandono,
inventando fracasos,
desolaciones intimas,
irreparables perdidas.
Iba desnuda de amor y de alegría.
¡Que amargo recorrido!
Nadie que llegara a mi llanto,
ninguna voz que me dijera: "Te amo"
precisamente en esa hora,
en el vértice de mi derrumbamiento.
Pensaba yo en la inútil pasión
de que estoy hecha:
en mis cantos caídos en la arena.
¡Ah!, si me hubiera muerto en ese instante
quizás escucharía
la conmovida voz de los que amo
gritar desde la sombra:
"Perdida esta, mas su recuerdo vive..."
Interminable senda, transitada
por el cruento desvelo
y por los implacables
pasos de la memoria.
¿Que buscaba mi afán entre la noche?
Enrojecidos parpados
aprisionaban el recuerdo
de lo infinitamente dulce,
y al fin, todo quedaba herido
por lo que pudo ser y no ascendió
a la corola de la primavera.
¿Quien me libro del sigiloso viaje?
¿Quien prodigo sus verdes al desierto?
Vencida casi, en la nocturna hora
mire asombrada -súbito milagro-
desplomarse la noche ante mis plantas
y aparecer magnifica y radiante
precedida de azahares, la mañana.
Limpia risa de niño
lanzaba rubios dardos sobre el muro del alba.
Hoy he vuelto a la senda primitiva.
Atrás quedo la niebla,
la sombra que obsesiona,
la vanidad que ciega.
De nuevo el corazón, simple y tranquilo,
se enamora de todo lo creado:
de la hormiga que lleva breve grano
a las comunidades subterráneas;
de la tela de araña donde pudo
quedar prendida vagabunda estrella;
del polen que olvido la mariposa
sobre la piel intacta del roció;
y de los pies angélicos de un niño.
De nuevo el corazón alborozado
apacienta rebaños de esperanza
en los fecundos campos de la vida.
.
Margarita Paz Paredes
.
contribuyo en gran parte a mi tristeza;
o tal vez la soledad que alumbraba mis pasos
ese día increíble de mayo,
cuando mi pensamiento
nutrido de presagios
debatiase en un clima de abandono,
inventando fracasos,
desolaciones intimas,
irreparables perdidas.
Iba desnuda de amor y de alegría.
¡Que amargo recorrido!
Nadie que llegara a mi llanto,
ninguna voz que me dijera: "Te amo"
precisamente en esa hora,
en el vértice de mi derrumbamiento.
Pensaba yo en la inútil pasión
de que estoy hecha:
en mis cantos caídos en la arena.
¡Ah!, si me hubiera muerto en ese instante
quizás escucharía
la conmovida voz de los que amo
gritar desde la sombra:
"Perdida esta, mas su recuerdo vive..."
Interminable senda, transitada
por el cruento desvelo
y por los implacables
pasos de la memoria.
¿Que buscaba mi afán entre la noche?
Enrojecidos parpados
aprisionaban el recuerdo
de lo infinitamente dulce,
y al fin, todo quedaba herido
por lo que pudo ser y no ascendió
a la corola de la primavera.
¿Quien me libro del sigiloso viaje?
¿Quien prodigo sus verdes al desierto?
Vencida casi, en la nocturna hora
mire asombrada -súbito milagro-
desplomarse la noche ante mis plantas
y aparecer magnifica y radiante
precedida de azahares, la mañana.
Limpia risa de niño
lanzaba rubios dardos sobre el muro del alba.
Hoy he vuelto a la senda primitiva.
Atrás quedo la niebla,
la sombra que obsesiona,
la vanidad que ciega.
De nuevo el corazón, simple y tranquilo,
se enamora de todo lo creado:
de la hormiga que lleva breve grano
a las comunidades subterráneas;
de la tela de araña donde pudo
quedar prendida vagabunda estrella;
del polen que olvido la mariposa
sobre la piel intacta del roció;
y de los pies angélicos de un niño.
De nuevo el corazón alborozado
apacienta rebaños de esperanza
en los fecundos campos de la vida.
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Margarita Paz Paredes
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