.
Como una enorme gata amarillenta
se acurruca la tarde en el ocaso
y dorando la tierra en un bostezo
guarda el sol otoñal sus rojos brazos.
.
Una nube se acerca amenazante
jineteando en el viento su arrogancia
y al galope de mil potros gigantes
ruge el trueno iracundo en la montaña.
.
La majada obedece temerosa
al ladrido del perro blanco y negro
que la empuja al galpón tibio y seguro
que recuesta su flanco junto al cerro.
.
El murmullo inocente del arroyo
es un grito de guerra adulto y bravo
y transforma su cauce cariñoso
en un río furioso y desatado.
.
Hasta el lobo que corre tras la oveja
con fulgor asesino en la mirada
se detiene espantado por la aurora
breve y blanca de un rayo en la quebrada.
.
El cuchillo de fuego parte un árbol
con certera y caliente puñalada
y cubriendo su cuerpo agonizante
tiende el viento con humo la mortaja.
.
Tras el crimen terrible y alevoso
borda el cielo su pena lastimera
llora el agua que brota de sus ojos
sobre el negro cadaver de madera...
Como una enorme gata amarillenta
se acurruca la tarde en el ocaso
y dorando la tierra en un bostezo
guarda el sol otoñal sus rojos brazos.
.
Una nube se acerca amenazante
jineteando en el viento su arrogancia
y al galope de mil potros gigantes
ruge el trueno iracundo en la montaña.
.
La majada obedece temerosa
al ladrido del perro blanco y negro
que la empuja al galpón tibio y seguro
que recuesta su flanco junto al cerro.
.
El murmullo inocente del arroyo
es un grito de guerra adulto y bravo
y transforma su cauce cariñoso
en un río furioso y desatado.
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Hasta el lobo que corre tras la oveja
con fulgor asesino en la mirada
se detiene espantado por la aurora
breve y blanca de un rayo en la quebrada.
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El cuchillo de fuego parte un árbol
con certera y caliente puñalada
y cubriendo su cuerpo agonizante
tiende el viento con humo la mortaja.
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Tras el crimen terrible y alevoso
borda el cielo su pena lastimera
llora el agua que brota de sus ojos
sobre el negro cadaver de madera...
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Julio Sosa
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