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En la ciudad de La Paz se muestra muchos personajes, la mayoría controversiales, otros llamativos, personajes que la gente admira. Estos personajes tienen mucha significación para la gente común. Una significación que les permite darle una chispa a su vida cotidiana. Sin embargo, estos personajes no son más que una superficialidad, una forma resuelta de darle magia a la ciudad de La Paz. Es por eso que se considera que la verdadera magia se encuentra reflejada en el aparapita.
La gente confunde al simple cargador con el verdadero aparapita. Las personas de la ciudad de La Paz suelen confundir lo que en realidad representa el aparapita. Este personaje representa lo que es el gusto por el alcohol, la austeridad, la repugnancia por la comida y la poca importancia que le da a la sociedad. El verdadero aparapita como se lo muestra en el ensayo de Jaime Saenz, es un simple hombre, que no trabaja para vivir, sino vive por el alcohol y esta es la principal razón por la cual el aparapita trabaja en este humilde oficio.
El aparapita es un hombre insignificante para muchas de las personas que viven en la ciudad de La Paz. Insignificante, porque la gente no lo toma en cuenta, lo ignora, lo repudia. Además que los paceños consideran que es un ladrón, alguien abominable que no merece convivir con ellos en la misma ciudad. Una persona que no es persona, un ser llegado de otro mundo, un personaje traído de un cuento de terror. El aparapita es acusado de todas estas cosas, pero en ningún momento se ha defendido y tampoco piensa hacerlo. Un claro ejemplo se da cuando una mujer que se encuentra apurada, se choca con un aparapita, esta se molesta y lo insulta, pero el hombre no responde, simplemente se hace a un lado.
Sin embargo, esa insignificancia le da a la ciudad la magia que lo torna interesante. El simple hecho que la gente común lo confunda, lo discrimine, lo desprecie; no hace que este hombre trate de cambiar. El aparapita da la magia a la ciudad de La Paz, porque este personaje aunque sea un ser silencioso y apartado, llama la atención. No significa que sea llamativo o que busque serlo, su sola presencia hace que ciertas personas se fijen en él, y se formulen un sinfín de preguntas. Por ejemplo, Jaime Saenz un reconocido escritor boliviano, tuvo una gran fascinación por el personaje del aparapita, consideraba que guardaba un misterio, uno que nunca pudo descifrar, intento comprenderlo, trato de imitarlo, pero lo único que logró sentir fue que era un simple usurpador.
El aparapita es despreciado por su adicción al alcohol. La gente paceña lo desprecia creen que es un borracho, que en vez de mejorar su estilo de vida, todo el dinero que se gana lo despilfarra. La gente considera que el aparapita es un ignorante que por no haber tenido una educación digna, no sabe lo que en realidad necesita. Los paceños piensan que el aparapita tiene obligaciones, pero no las prioriza porque es un borracho. Otro ejemplo, se ve cuando un empresario pasa por la calle y ve al aparapita tirado en la acera, todo borracho y con mal aliento, lo único que dice al pasar es
-Este cargador borracho, no tiene obligaciones y se emborracha, deberían encarcelarlo.
Pero esa adicción es una muestra clara que la ciudad de La Paz tiene vida. Es así, porque La Paz no es una metrópoli que no tiene substancia, que tiene una cotidianidad aburrida y gris. El aparapita es el personaje que muestra que La Paz no sigue los parámetros normales, que se rige por las leyes y banalidades de los personajes llamativos, sino es una ciudad con varias adicciones, una ciudad que se muestra tal cual es, al igual que el aparapita. La Paz es una ciudad como no hay otra, tiene una esencia que la vuelve misteriosa, es un misterio como el del aparapita, existen quien saben de ese misterio como Jaime Saenz, pero no saben en realidad cual es ese misterio.
El aparapita es juzgado por su forma de vestir. La gente lo considera un andrajoso, porque la ropa que lleva no es ostentosa, es simple, mugrienta, anda todo desaliñado, parece que la vida no le importará. El aparapita sólo tiene una muda de ropa, que con el tiempo se desgasta y se rompe, este hombre lo que hace es usar un hilo y aguja para remendar sus harapos. Es un hombre lleno de pulgas, que no conoce de agua, ni de jabón. Pero la razón por la cual no conoce de higiene es porque no tiene un lugar donde vivir, su casa es la calle. En el ensayo de Jaime Saenz nos muestra que el aparapita vive en las calles, lo único que tiene que hacer por la noche es buscarse un rinconcito y es ahí donde duerme, si le hace frío, busca unos cuantos periódicos para cubrirse del frió y nada más.
Sin embargo, el aparapita con su vestimenta demuestra su sencillez y la poca importancia que le da a los estereotipos de moda. Este hombre sencillo, que lo único que lleva es un saco muy remendado unas simples abarcas, si atado hecho de yute y su cuerda que es de oveja. El aparapita no se preocupa de superficialidades, es un personaje ajeno a la sociedad, no le importa, es un ser ajeno a todo ello, porque no es parte de ningún lugar, es por eso que no le interesa llevar ropa de moda o zapatos de lujo que lo hagan atractivo, sólo le importa tomar hasta la muerte. Por ejemplo, en el ensayo de Jaime Saenz "El aparapita de La Paz", nos habla de cómo el aparapita no le interesa la sociedad, ni las obligaciones, ni mucho menos su aspecto, lo único que le interesa en beber.
El aparapita es un hombre sin sentido común, ya que no le agrada la comida. Es un ser extraño, un ser que no tiene dos dedos de frente, es por ello que se cree que no es un ser humano como cualquier otro, sino es un ser de otro mundo, venido de otro planeta, ya que cree que beber hasta la muerte es agradable. Este hombre no comprende que su vida es valiosa y debería luchar por ella, que debería mejorar su forma de vivir, sólo se deja llevar por el alcohol, este mal que no descansa hasta terminar con la vida de este ser insignificante. Esto se ve reflejado todos los días, cuando se encuentra a un aparapita más muerto en una acera de la ciudad de La Paz, que no tiene quien lo reconozca o reclame por él.
Por otra parte el aparapita es un hombre que no le agrada la comida. Prefiere un poco de alcohol de caña a un buen plato de comida. Esto es así porque este hombre considera que comer es un acto repulsivo, no le agrada, come pocas veces y cuando lo hace le da vergüenza, de tal forma que oculta la cara, como si estuviera cometiendo el peor de los pecados. El aparapita a lo largo de su vida lo que más consume es alcohol, puede tomar incluso seis litros por día, ese es su sustento, eso le da vida. Otro ejemplo se muestra cuando el aparapita come, pide un plato de comida, pero pide que tenga mucho perejil, este condimento le fascina.
Por lo tanto se puede decir que, el aparapita es un hombre insignificante, pero valioso, un hombre vicioso del alcohol, pero verdadero, un ser humano como cualquiera de nosotros, simplemente con la diferencia que este lleva un misterio al igual que la ciudad de La Paz, ese misterio que estará presente y todos lo verán, pero nadie lo descifra, porque este misterio hace del aparapita y de la ciudad de La Paz interesante, ese misterio llama la atención, ese misterio le da vida y chispa. Además que la adicción del aparapita por el alcohol muestra como la ciudad de La Paz tiene demasiadas adicciones que son mostradas tal cuales son, son adicciones a las cuales no les importa mostrarse a la luz de la sociedad, no temen a ser juzgadas, sólo les importa prevalecer, lo mismo ocurre con el aparapita, al cual no le interesa que la sociedad lo repudie, ya que él no se considera parte de esta.
La gente se equivoca cuando define al aparapita como un simple cargador, un ladrón. El aparapita es más que eso, es un ser especial, un personaje que debe ser conocido, un ser que merece un espacio entre los personajes destacados de la sociedad, no porque necesite un espacio en la sociedad, porque a él no le interesa eso, sino que es un personaje que refleja la magia de la ciudad y eso merece ser destacado, para que de esta forma la gente comprenda al fin lo que verdaderamente significa aparapita, que entienda su vicio, su vestimenta y su aversión por la comida.
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Jaime Sáenz
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