viernes, 11 de marzo de 2011

En el barrio


Ya los de la casa se están acercando
al rincón del patio que adorna la parra,
y el cantor del barrio se sienta, templando,
con mano nerviosa la dulce guitarra.
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La misma guitarra, que aún lleva en el cuello
la marca indeleble, la marca salvaje
de aquel despechado que soñó el degüello
del rival dichoso tajeando el cordaje.
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Y viene la trova: rimada misiva,
en décimas largas, de amable fiereza,
que escucha insensible la despreciativa
moza, que no quiere salir de la pieza...
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La trova que historia sombrías pasiones
de alcohol y de sangre, castigos crueles,
agravios mortales de los corazones
y muertes violentas de novias infieles...
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Sobre el rostro adusto tiene el guitarrero
viejas cicatrices de cárdeno brillo,
en el pecho un hosco rencor pendenciero
y en los negros ojos la luz del cuchillo.
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Y muestra, insolente, pues se va exaltando,
su bestial cinismo de alma atravesada:
¡Palermo, le ha oído quejarse, cantando
celos que preceden a la puñalada!
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Y no es para el " otro " su constante enojo...
¡A ese desgraciado que a golpes maneja,
le hace el mismo caso, por bruto y por flojo,
que al " pucho " que olvida detrás de lo oreja!
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¡Pues tiene unas ganas su altivez airada
de concluir con todas las habladurías!...
¡Tan capaz se siente de hacer una hombrada
de la que hable el barrio tres o cuatro días!...
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...Y con la rudeza de un gesto rimado,
la canción que dice la pena del mozo
termina en un ronco lamento angustiado,
¡como una amenaza que acaba en sollozo!
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Evaristo Carriego
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VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.