sábado, 31 de marzo de 2007

El niño


"El lugar es pequeño atiborrado de escritorios y sillas de madera de oscuro barniz. No parece haber paredes pues una atmósfera gris circunda el lugar.

Estoy sentado en una de las tantas sillas, al costado de uno de los escritorios, a unos metros -en diagonal hacia la izquierda- una persona está sobre uno de ellos, proclamando un alegato. Soy el único presente... soy su único público.

Él es muy joven... mucho más joven que yo, viste Jean y camisa a cuadros, de cabello ensortijado aunque recortado en la nuca. Veo sus pies blancos ya que estaba descalzo.
Su lenguaje es culto, aunque se le nota turbado por cargados pensamientos. Pero dispuesto a dilucidar, a explicar y hacerme comprender para que recapacite.
El sitio está colmado de máquinas y aparatos electrónicos. Veo a mi lado un mudo teclado -ya que carece de símbolos- detrás de una pantalla en la cual puedo observar algo escrito que consigo deducir pero no recordar. El joven me sigue hablando de un niño prodigio, sus grandes verdades y la avidez del mismo en transmitírmelas. aunque consideraba que no llegaría fielmente a comprenderlo y lo turba esta situación profundamente.

De pronto el joven enmudeció. Miro a mis pies, ahora yo también estoy descalzo.

Un niño aparece delante de mí, de enrulados cabellos, pantalón corto, medias oscuras y zapatos negros. Su vestimenta es similar al clásico uniforme de colegio.
Su rostro transmite paz, su figura inocencia y pureza.
Me observa, me habla con su mirada, pero tampoco lo puedo comprender. Descubro que su verdad se pierde al final de cada frase, se distorciona derritiéndose, marchitándose y muriendo.
Detecto que es la bulla la que evita que lo entienda. Ella es la que mata su mensaje. La misma que me aturde por siempre y que me somete educando. Revelo su origen ya que detecto una radio encendida a todo volumen y la apago con una decidida mirada. Es semejante a una que había poseído y descubro muchas otras que también ahogo, reconociéndolas similares a la que alguna vez he tenido. Y vuelvo a encontrar otras tan o más chillonas, de otros formatos, todas análogas a aquella.Intuyo que debo cegarlas absolutamente a todas y así poder comprender al niño. Lo logro, pues consigo acallarlas a todas.

El joven se mantiene estático observándome, mas el niño -ahora elevado unos centímetro del piso- me sonríe satisfecho y el sueño se va lentamente desvaneciendo. Aunque antes conmovido descubro que la imagen del niño surge del espejo que siempre estuvo de cara a mí".

Adelanto de la primera entrega de la novela Man_siete_esferas (siete esferas).

Guzsergi - Rosario, Argentina.
http://www.soloparacorazonesultrajados.blogspot.com/
N/C

5 comentarios:

Unknown dijo...

Qué dominio del surrealismo y qué dominio del lenguaje para definir el encuentro con el niño. Francamente, delicioso.
Visitaré tu blog para empaparme de tu obra.
Gracias por tan bello cuento.

Tu nuevo amigo, Dos3cuatro.

Unknown dijo...

"El Niño", me impactó. SAbemos que el surrealismo tiende a no atrapar la atención del lector, más bien lo induce a curiosear. Tu estilo se identifica con ambas manifestaciones. Iré a tu blog (te confieso)a curiosear. Quiero saber si eres mago de un solo truco.
Un abrazo Guzsergi.
Odi

Unknown dijo...

Si tú eres ese niño, ¿por que se separaron? ¿O un hombre no puede tener un niño adentro?
Guz, cuando respondas a esas dos preguntas podrá escribir otro cuento.

Carla

Unknown dijo...

Este relato es digno de plumas como las de Borges, Cortazar o Sábato.
La historia atrapa y conmueve, pero, el encuentro con el niño es lo que verdaderamente humaniza al personaje.
Yo también, como lo hicieron los restantes comentaristas, voy a ir a tu blog a buscar más surrealismo en estado puro.

Te felicito, Guz.

Uno del Montón.

Unknown dijo...

Es extraño, tu cuento me identificó con un pequeño misterio; yo también, cuando salgo con las amigas y me siento ante un espejo, tengo la sensación que alguien me está mirando desde adentro del espejo.
Claro, yo no tengo la sensibilidad del personaje de tu historia para ver lo que no existe. Por eso valoro más tu relato; haces lo que a mí me gustaría hacer.
Pienso que eres un gran narrador, y te felicito de corazón.

Yaiza

VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.