sábado, 3 de marzo de 2007

La Mano que Tapa la Luz


Adrián, un niño rubio de dimensiones breves, que combinaba sus ojitos vivarachos con una nariz respingona y una boca de suave sonrisa, mantenía una cálida amistad con Bomo, un chiquillo nigeriano de permanente piel en sombra. Ambos compartían colegio, curso y amor por el fútbol. Los dos jugaban en el equipo infantil del barrio; él sudaba en la defensa, y Bomo, en la delantera cumplía con su destino de goleador. Y a raíz de esa pasión futbolera, uno y otro estaban viviendo días de excitación; el próximo domingo el padre de Adrián los llevaría a ver al Real Madrid. Desbordados por el entusiasmo los chicos se aliaron con la calculadora, y juntos restaban las horas que les haría aterrizar en el fin de semana.

Esa noche, la ilusión se deslizó entre las sábanas de su descanso, y Adrián se durmió acunado en la pureza de un sueño. Y soñó con un estadio repleto de gente animada, que formando un coro de miles de gargantas gritaban su nombre y el nombre de Bomo. Ellos integraban la formación del Real Madrid.

Pero como todo llega a su fin, la noche también se terminó, y el sol, bebiéndose las tinieblas, puso la luminosidad al servicio de la mañana y poco a poco entró en la habitación. Allí ya se encontraba su madre poblando de prisas el lento despertar. Del aseo personal Adrián pasó al desayuno, y tras un beso a la abuela cayó finalmente en el camino del "cole".

Con la espalda llena de mochila y su manita pegada a la mano de la madre, decidido caminaba al encuentro del saber. La calle hervía de movimiento. En una esquina divisaron la figura de Bomo. El niño, soltándose de la mano materna corrió en busca del amigo.

¡En ese momento el coche-bomba explotó!

¡El cemento vibró al ritmo del estruendo! ¡Una nube de polvo y humo subió a los cielos, al tiempo que bajaba una estrepitosa lluvia de cristales rotos! ¡Los rostros y las miradas se bañaron con el ácido del terror! ¡La gente, atónita y extraviada, huyó a refugiarse en los brazos de la ciudad conmovida! Cuándo la humareda abrió el puño, la imagen de la tragedia hizo acto de presencia; hubo mucho heridos pero sólo dos muertos.

¡Adrián y Bomo, terminaban de ausentarse para siempre de la vida!

¡Sin merecerlo habían caído en el sangriento manotazo de la fiebre asesina! Parecía increíble. Tantos siglos de civilización y aún se mataba por matar, porque ciertos hombres insistían en permanecer en las cavernas. El terrorismo continuaba siendo, ¡la mano que tapa la luz!



Eso sí, la bomba no fue racista; al negro y al blanco mató por igual.

Ricardo Muñoz José.
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Este relato se publicó en la Colección Solidaridad. -Publicaciones Acumán.
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R. M. J, también es autor del cuento titulado "Mujer" que aparece a continuación, y de los textos "La huella de un perro sin dueño", "Regalo de Navidad", "Perico, un burro inteligente" y "El perro de Montagis", que se pueden leer en:

30 comentarios:

Mar dijo...

Estremecedor. Poético, pero estremecedor.

Mónica Sabbatiello dijo...

Una tremenda zambullida en la realidad más cruda, escrita con fina delicadeza.

Alberto Zambade dijo...

Conmovedor. Es francamente conmovedor y real como la vida misma, como nuestra propia existencia, ¿Cuándo acabarán estas atrocidades? El terrorismo, aunque se niegen a creerlo quienes gobiernan, es un producto anexorado al producto mayor que es el Estado. Me reitero, qué triste realidad... ¿En qué mundo vivimos?

Helena dijo...

Impactante relato.

Lo que más me ha llamado la atención, al margen de su contenido, es lo bien escrito que está. Perfectamente estructurado, adjetivizado, narrado, con verdaderos aciertos de lenguaje.

Mis felicitaciones al autor.

Expresiones... Un Punto de Encuentro dijo...

Una cuel realidad nacida de esas mentes donde al amor no se aloja para dar paso a la ironia y el desenfreno de unideal fantasma tocando vilmente la inocencia
Un abrazo

Reportera de interiores dijo...

Escalofriante. Cómo aumenta el dolor cuando tenemos ahí el rostro de las personas y no un número y si son niños mucho peor. Tu prosa me parece deliciosa, no sé si es el mejor adjetivo, seguramente no. Me encanta. Investigaré sobre tus libros.

Supe de ti y tu proyecto por el blog de Luis Vence, sobre todo me llama la atención tu generosidad. Bonito proyecto. A ver si me animo y te envío algo.

Gracias y un abrazo.

ana

Unknown dijo...

¡Demasiado fuerte para mí! Es un suceso tan real que asusta. Cada vez que el terrorismo nos da un zarpazo, me miro al espejo y me averguenzo de mi impotencia.

LA MANO QUE TAPA LA LUZ debería publicarse en todos los periódicos y revistas del mundo.

Ahora te pregunto, ¿tú eres un poeta que escribe o un escritor que hace poesía con sus escritos?

Carla

Vico dijo...

Magistral texto.
Más allá de ser una historia conmovedora y realista, la escritura es sutil.

Sin caer en el uso de palabras agresivas provocastes un intenso dolor.Me resulta un texto sumamente poético y cruel. Me ha encantado.

Unknown dijo...

¡Qué fuerte, qué fuerte! Es tan real que parece mentira. El terrorismo es una sangría, pero también una trampa para descubrir las inclinaciones de cada uno; el que simpatiza está al mismo nivel del simpatizado, y si lo rechaza está por la convivencia pacífica.

El relato, aunque descarnado, es sumamente poético. De gran altura.

Ricardo, ahora comprendo porqué comandas esta cosa llamada Linde5; ¡eres un escritorazo!

Yaiza

Kat dijo...
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Anónimo dijo...

Doloroso recuerdo para los que hemos vivido de cerca un acto de terror, frustrante ilusión de querer soñar un mundo menos violento. Un hermoso escrito que nos recuerda una cruda realidad que está demasiado cerca para sentirnos cómodos.

Unknown dijo...
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Kat dijo...
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Unknown dijo...
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Unknown dijo...
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Unknown dijo...

¡Un relato magistral! Digno de un maestro. Tratas un tema tan difícil, y con imágenes tan poéticas, que sorprendes sin lastimar. ¡Sensacional!
Escribir esta historia es totalmente aplaudible. Tú te atreves, otros callan y critican.

Dos3cuatro

José Antonio Galloso dijo...

Como uno de los hijos del terror (crecí en Lima bajo la violencia de Sendero Luminoso y el gobierno), he quedado estremecido con tú reltado.

Enhorabuena

Unknown dijo...

Ese tema me subleva. Saber que existe gente que a matar lo llama lucha política, me llena de vergüenza por que pertenezco a la raza humana. El que mata, ¡mata! Y el que mara es un asesino. Así, sin más.
Esta historia, desgraciadamente demasiado habitual, escapa a la ficción para introducirse en la realidad.
Ricardo, aunque utilizaste el auxilio poético para suavizar esta barbarie, has conseguido llenarme de indignación e impotencia. De una impotencia absoluta, porque no está en nuestras manos solucionar tamaña barbarie.

Odi

Willy dijo...

No soy un experto en análisis literario por lo que en mi rol de simple lector intentaré dar una opinión justa sobre este cuento.
Creo que la forma como se desarrolla la historia es sumamente interesante puesto que en realidad es una sola historia que se parte en dos y el punto de quiebre es la frase "¡En ese momento el coche-bomba explotó!".
Esta frase impacta tanto como impactan las imagenes que vemos casi a diario en TV y nos hace caer en una realidad que a veces nos es ajena, como le era ajena a Adrian y Bomo, los protagonistas de esta historia.
También me gusto mucho la frase final, donde iguala a ambas víctimas del atentado haciendonos recordar que las diferencias solo existen en nuestras mentes y que a la hora de la verdad estas no valen nada.
Me encantan los relatos que me hacen plantarme en la tierra y ver reflejado el mundo en que vivo.
Te dejo mis aplausos.

Unknown dijo...

Un relato conmovedor. Poético, sin duda, pero conmueve hasta cortar la respiración.
El terrorismo es algo que a mí, un humilde dominicano, me queda lejos. En mi tierra se ha sufrido otros tipos de flagelos, pero no esta masacre propia de mentes trogoloditas.
En "La mano que tapa la luz" hay tantos matices para exaltar, pero yo, con Adrián y Bomo en la mente, me voy a quedar con la metáfora del título.

Unknown dijo...

Ricardo, te sobra categoría de narrador,y sensibilidad ante el acontecer del mundo.
El terrorismo, acción abominable entre las acciones más abominables, es el desafío de nuestros días. Remover conciencias es nuestra obligación.

Un relato poético, excelente y sobrecogedor.

Unknown dijo...

Yo el problema del terrorismo lo desconozco. Sólo sé que existe porque lo veo en televisión. Creo que el terrorismo puede acabar con la palabra civilización. Si los hombres se matan entre ellos, ¿hemos adelantado algo?
Y Ricardo, para darle más fuerza dramática al relato, utilizó niños, y eso nos llega de lleno a todos. Sinceramente, pienso que Ricardo es un maestro, su forma de escribir habla de mucha práctica.
Ojalá triunfe.

Unknown dijo...

Por lo visto, existe gente dispuesta a tomar como normal que matar es una causa reivindicativa. Incluso sin mirar si las víctimas son niños.
Considero que cerrar los ojos al crecimiento de esta abominable manifestación, nos retornará a la barbarie y la depredación (puntos negros de la evolución humana).
"La mano que tapa la luz". Nunca había leído una frase que describiera tan certeramente la actitud terrorista.
El relato me ha impactado, aunque, su despliegue poético me encantó.

Tito Grandi

Unknown dijo...

El terrorismo sólo se acabará, cuando deje de engordar los bolsillos de los grupos que se enriquecen con él.
Este relato, escrito con tanta poesía, llega al alma, y destroza cualquier intento de entendimiento.
Ricardo, gracias por haberme hecho reconsiderar mi lugar en el mundo. Las cosas no ocurren tan lejos. Es nuestro silencio el que las aleja.

Unknown dijo...

Ricardo, yo viví de cerca esta lacra. Cuando el atentado de Vallecas, con mi madre estábamos a 50 metros. ¡Fue dantesco! El estruendo nos rompió los tímpanos. Mi madre hasta hoy sufre las consecuencias, con una sordera del 40%. Yo lo superé unos meses después.

Tu forma de escribir es muy poética, pero se entiende fácilmente. Felicitaciones.

Madrileña de Chamberí.

Thiago dijo...

Realmene la muerte es lo único que nos iguala a ricos y pobres, al primer y al segundo mundo, sólo que a unos les llega injustamente antes que a otros.

En ese caso fue doblemente injusta pues arrancar la vida a dos niños que tienen todo el futuro por delantes es tremendamente crudo.

El terrorismo no solo es ciego, sino que es sordo al sentir popular y mudo para poder gritar sus reivindicaciones como lo hacen los seres civilizados.

Gracias por tu relato y por lo que se puede aprender de él, aunque ahora ya para siempre echemos de menos en este mundo a Adrianes y Bomos...

Bezos

Unknown dijo...

Aún siendo fruto de la ficción, este relato tan crudo no alcanza a reflejar la capacidad destructiva del terrorismo.
Su reguero de muerte, sangre y catástrofe, asusta. Nadie está librado de ser su próxima víctima.
Por eso, ningún hombre libre debería apoyar esta locura.

Ricardo, te felicito, tu prosa narrativa es impecable.

Unknown dijo...

Ricardo, un relato estremecedor, poeticamente contado, pero que nos acusa a todos: ¡no hemos aprendido nada!
Mientras los hombre no dejen de matar, la tan cacareada evolución no pasará de un sueño apetecido.

la pequeña cris... dijo...

que fuerte....

BIRA dijo...

Ricardo tienes una forma de escribir magnífica y has conseguido ponerme los pelos de punta. Comencé leyendo y pensando, quizás porque sigue siendo habitual, que pasaría "algo" racista, que al final Bomo no podría ir al partido o que allí le insultarían o no sé... cuando estalló la bomba se me han puesto los pelos como escarpias.

El terrorismo es una lacra que difícilmente nos sacudiremos de encima, especialmente mientras haya "no fichados" que apoyen a esas bestias.

Un relato estremecedor.

Besos.

VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.