lunes, 5 de marzo de 2007

La Victrola


"La Victrola fue uno de los más populares medios para difundir la música en lo años 40' y 50'. Llamada así por la marca RCA Victor, se le dio ese nombre en un principio a los tocadiscos caseros, aquellos en que se tocaban los viejos discos de 78 revoluciones. En aquellos aparatos se podía escuchar el disco favorito mediante un selector automático que se ponía en marcha en cuanto depositaba una moneda de cinco centavos.

A fines de los 50', las victrolas habían llegado a casi todas partes de la isla en que hubiera electricidad, por supuesto. En algunos pequeños pueblos en que no todos podían poseer un aparato de radio y menos un tocadiscos, era el medio para que la gente escuchara la música. Casi siempre situada en un bar o café, la podían escuchar los vecinos, los transeúntes o los que descansaban en los bancos del parque del pueblo.

En La Habana llegaron a proliferar de tal manera, que casi en cada esquina se podía encontrar una o más de una en bodegas, bares, caficolas. Se podía caminar por la ciudad escuchando su música de esquina en esquina.

Aunque mucho se ha hablado de cantantes y orquestas “victroleros”, a veces con desdén y de cierto estilo de canciones y boleros con temas demasiados sensibleros: amantes abandonados, traición, venganza, alcoholismo y hasta homicidas en prisión por dramas pasionales, lo cierto es que no todo era de mal gusto. Todos los intérpretes y agrupaciones de música popular tuvieron su lugar en las victrolas y aún las más populares de la música extranjera sobre todo de la norteamericana, española, mexicana y otras.

Las victrolas estaban caracterizadas de acuerdo al lugar y las preferencias del público que acudía a aquellos establecimientos. No era lo mismo una bodega en la Habana Vieja o Cayo Hueso que un bar cerrado y oscuro al que acudían especialmente los enamorados.

Algunas victrolas se hicieron famosas por su repertorio en que hacían énfasis en ciertos tipos de música que tenían sus seguidores y que no se podía escuchar en cualquier parte. A ella acudían fanáticos y músicos que se reunían en aquellos lugares. La bodega de Celso, en la calle San José era frecuentada por los seguidores del feeling y de la música norteamericana; el bodegón de Goyo, en el barrio de la Victoria, el club Descarga en Cayo Hueso o el Gato, en la calle Zanja, además de buena música cubana tenían mucho jazz que no se podía escuchar o bailar en otros lugares.

Se recuerda con agrado aquellas cajas mágicas. Las más antiguas con abigarradas formas y colores. Luego llegaron modelos más modernos y de mayor capacidad. En algunos clubes nocturnos se podía realizar la selección desde la propia mesa.

En el momento de mayor auge, todo ello resultó un negocio millonario para las compañías que operaban estos aparatos, los instalaban, los mantenían actualizados con los discos de moda y recaudaban dinero de las alcancías que no era poco. Le pagaban al dueño del establecimiento un pequeño por ciento de las ganancias.

Las victrolas les traen recuerdos de aquellos tiempos a algunos. Quién no recuerda al enamorado que ponía siempre la misma canción en la victrola de la esquina para que la muchacha de la cuadra la escuchara desde su casa y quizá se dignara a salir a la puerta ó asomarse a la ventana dándole la esperanza de un sí".
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Inés María Martiatu - Cuba.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Señora, alcancé a conocer la "época" de la victrola. Una época en que la televisión nació para pasar de medio de comunicación a medio de incominucación (todos presos a la pantalla y el resto que reviente).
Si nos hubiésemos quedado en la victrola, creo que todos seríamos mejores.
Gracias por refrescarme el recuerdo.

Alvaro
(conocido en la blogosfera por Dos3cuatro, el seudónimo que tiene la virtud de convertir a una persona en un grupo. No lo digo en serio, claro está)

Unknown dijo...

Inés, me encantó tu prosa. Has conseguido introducirme en un tiempo que no conocí.
Gracias por la información y la calidez de tu escritura. He pasado un momento muy agradable.

Muchos besos.
Carla.

Unknown dijo...

Sí, señora, conocí las victrolas. Pertenecieron a una parte de ese mundo romántico que conmovía a nuestros mayores. Los discos siempre tenían una destinataria, porque en sus letras llevaban un mensaje de amor. Pero también fueron diversión, y música de fondo para los que aprendían a bailar.
Llegaron a ser tan populares, que a los que hablaban mucho se le decía; "Cierra la victrola".
Tu relato, Inés, nos devuelve a una época más inocente, pero, sin duda, también más pura.

Aplausos para ti, Inés.
Odi

VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.