martes, 27 de marzo de 2007

Un loco bajo la lluvia



Ayer por la tarde salí a caminar. Fue una típica tarde de julio post-veranillo. De esas con mañanas de sol calcinante y tardes de diluvio, o en las que se cumple aquello de “mañana oscura, tarde segura” (segura de qué? …ni idea). Por lo tanto no me extrañó en lo más mínimo que a mitad de camino se regara medio cielo sobre mi cabeza, con goterones tan fuertes que golpeaban.Sin embargo, esta vez no despotriqué contra la lluvia (a pesar de que me ando mojando por voluntad propia, siempre termino maldiciendo porque me mojo y se me empozan los zapatos). Ayer me quité los lentes, saqué la greña del gorrito que la cubría, y dejé que la copiosa lluvia, de goterones tan fuertes que golpeaban, me mojara el pelo y me chorreara por la cara. La ropa se me puso pesada y los zapatos se inundaban cuando pisaban los charcos. Pero nada de eso me importó. Ayer, por primera vez en mucho tiempo, disfruté la experiencia de mojarme.Eso me hizo recordar un añejo episodio de niñez, la primera –y creo que fue la única– vez que fui llevado a “la dirección”, estando en el kinder. La terrible falta: jugar bajo el aguacero y llegar empapado a clase. Me pregunté por qué privarán a los niños desde tan corta edad de disfrutar esas cosas tan simples y tan ricas, como jugar bajo el agua o explorar la tierra con las manos o acariciar al zaguate desnutrido de la esquina o simplemente demostrar un poco de afecto genuino a alguien. Y son estas pequeñas cosas las que le dan sentido a la vida.Y a propósito de eso, como dijo Merilee S. Grindle refiriéndose al PIB:
“el producto nacional bruto no toma en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación, ni el gozo en sus juegos. No se incluye en él la belleza de nuestra poesía, ni la solidez de nuestros matrimonios, la inteligencia de nuestros debates públicos, ni la integridad de nuestros funcionarios públicos. No mide nuestro ingenio, ni nuestra valentía, tampoco nuestra compasión o nuestra devoción a la patria; en pocas palabras, lo mide todo, menos todo aquello que hace que valga la pena vivir la vida”
Por eso, ayer no me importó si los ruedos de mis pantalones se ponían pesados por el agua, si mis pies nadaban dentro de las tenis, si la ropa iba a durar una eternidad secándose por falta de sol, si el precio de mi travesura iba a ser una gripe asesina, si la gente me miraba raro por la calle, como si estuviera loco… En cierta parte ayer fui un poco más loco que de costumbre. Un loco que camina bajo la lluvia. Pero fui un loco feliz. Y eso es todo lo que importa.
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Esteban Alfaro Moscoso - Costa Rica.
N/C

5 comentarios:

Unknown dijo...

Esteban, tu relato te denuncia: eres la juventud hecha letras. Tu afán de ir a contracorriente habla de inconformismo y afán de cambiar las cosas. Si quieres caminar bajo la lluvia, ¿por qué "el qué dirán" tiene que reprimirte? El desenfado es patrimonio de los jóvenes, y sólo los jóvenes cambiarán las costumbres.

Un beso sincero.
Odi

Unknown dijo...

Seguiré tu ejemplo, ir en sentido contrario a los usos y costumbres de la gente, es un remedio que cura las frustraciones.

Según el comentario que me precede, en el relato dejas ver tu juventud. Pero yo creo que lo que dejas ver es tu madurez dentro de la juventud.

Carla

Unknown dijo...

¿Y quién dijo que no se puede llevarle la contraria a las costumbres impuestas?
El loco caminó bajo la lluvia porque le apetecía y punto. Eso es lo grandioso. Si tuvieramos más locos bajo la lluvia, habría menos sanguijuelas anidando en el barro. El loco les pisaría la cabeza hasta hacerlas desaparecer.

El relato, midiendo las distancias, me hace recordar a un gran inconformista; Diógenes, el fiósofo que se hacía llamar Perro.

Esteban, te felicito de corazón.

Uno del Montón.

Unknown dijo...

La lluvia se habrá preguntado: "¿Quién será este loco debajo de mi ducha?".
Tu relato es un canto a la rebeldía y al inconformismo, y, quizás la gente como tú, sea la que va a mudar el rumbo de esta nave.
En un mundo globalizado por los globalizadores de codicia sin fin,sólo los qaue se atrevan a cambiar lo harán si comienzan cambiándose.

Saludos, tico rebelde.
Dos3cuatro

Unknown dijo...

Eso hago yo; camino bajo la lluvia sin mirar a los que me miran. Me encanta sentir la lluvia en mi cabeza, y me encanta el olor a tierra mojada.
Pero, eso de que caminar bajo la lluvia es cosa de locos, lo descubriste tú. Y lo acepto; sólo los locos están cuerdos, porque los cuerdos se comportan como locos.

Un aplauso, Esteban.
Yaiza

VIVIR ES EL ARTE DE ATRAVESAR ESPERANZAS. -R.M.J.